viernes, 16 de diciembre de 2011

Once Upon a Time


Storybrooke, un pueblo donde conviven todos los personajes de cuento vistos y por haber. Se encuentran atrapados en esa realidad por culpa de un hechizo que la malvada bruja de Blancanieves lanzó contra todos ellos debido al odio (y la envidia) que le producían ella y su marido, el Príncipe Encantador, que vivían su propio cuento de hadas (y nunca mejor dicho) tras casarse y esperar a su primera hija, Emma. El embrujo provoca que ninguno de los personajes recuerde su verdadera vida anterior.

Un pequeño niño, Henry, va a buscar a su verdadera madre, Emma. Él sabe que es la hija de Blancanieves y que es la única que puede romper el encantamiento que asola Storybrooke. Ella no le cree y le lleva de vuelta a su casa. Allí, cuando le deja con su madre (la alcaldesa del pueblo, que no es otra que la bruja causante de todos los males) ve algo en su mirada que le hace alquilar una habitación y quedarse allí.

Pues esta es, a grandes rasgo, la historia de "Once Upon a Time", una de las series estrenadas este otoño al otro lado del charco. Una mezcla de los grandes clásicos con la realidad. Me tiene completamente enganchado pese a lo cutre de los escenarios de la parte de los cuentos (creo que si me pongo, sería capaz de conseguir unos efectos especiales más logrados) y lo ridícula que resulta a veces. Pero es distinta y original. Además, sus creadores formaron parte del equipo de Lost y la serie presenta una estrectura similar, centrándose cada capítulo en un personaje en particular y dando saltos entre el cuento y la realidad. Tiene capítulos flojillos, pero en general es entretenida y despierta cierto interés (sobre todo el último episodio emitido)

En cuanto a las protagonistas, tenemos a Jennifer Morrison ("House") como Emma, que parece que no pinta gran cosa en la historia pese a ser la hija de Blancanieves; Ginnifer Goodwin ("Big Love") como la propia Blancanieves, personaje tan bueno y puro que da como grimilla y la mala malísima, Lana Parrilla, como la bruja dispuesta a todo para salirse con la suya (el personaje más telenovelesco y, por supuesto, que más me gusta). A lo largo de los capítulos emitidos vemos a Pepito Grillo, Cenicienta, Caperucita roja (una choni digna de "Mujeres y hombres y viceversa") y a muchos más.

En fin, no es una serie imprescindible, pero se deja ver. Un "guilty pleasure" de esos, diría yo. No le hace sombra a "American Horror Story" como mejor estreno del otoño.

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